Vivir diariamente con bienestar está a su alcance.
Hablar de salud mental era un tema marcado por prejuicios y secretos que despertaba una sensación de incomodidad y vergüenza. Actualmente observo que se han hecho grandes avances en sensibilizar sobre el tema. Además, la pandemia ayudó a dimensionar la relevancia que tiene la Salud Mental en nuestras vidas. Si bien, todavía hay mucho trabajo por hacer, ahora enfrentamos otro reto: ¿Cómo y qué hago para tener salud mental?
Empecemos por lo básico, según la Clínica Mayo, la salud mental es el bienestar general de la manera en que pensamos, regulamos los sentimientos y nos comportamos. Para la OMS, la salud mental es un estado de bienestar en el que la persona expresa sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad.
Los trastornos mentales, neurológicos y por el consumo de sustancias representan el 10% de mortalidad y el 30% de enfermedades no mortales. La depresión es, a nivel mundial, la causa más importante de discapacidad. (Cifras de Organización Panamericana de la Salud 2020).
A mí me encantan las definiciones y cifras, pero esto nos deja siempre con las preguntas: ¿Cómo?, ¿Qué hago?, ¿Cuándo?, ¿Cuánto?
Primero lo primero, la salud mental es un resultado, no un proceso. Para entenderlo mejor, lo invito a que pensemos en la Salud Bucal. Todos sabemos que es importante la salud de nuestros dientes y encías. Pero más importante, todos conocemos “las prácticas de higiene bucal” que tenemos que hacer diariamente: lavarnos los dientes, usar hilo dental y enjuague bucal y visitar al dentista periódicamente.
Lo invito a pensar en “las prácticas de Higiene Mental”. Un kit básico, de 3 prácticas diarias, sencillas y gratuitas. Para empezar le recomiendo crear un espacio seguro, un lugar y un tiempo que puede ser tan corto como 10 minutos o tan extenso como lo necesite.
Emociones: El principal objetivo de nuestras emociones es ser sentidas. Reprimir emociones hace que se acumulen y nos hacen enfermar. Empezar a familiarizarnos con lo que estamos sintiendo y en qué parte del cuerpo lo sentimos, nos permite ir liberando esa presión interna y evitar el embotamiento emocional. Esto también nos permite perderle el miedo a nuestras emociones.
Pensamientos: No todo lo que pensamos es verdad. Ni todo lo que pasa por nuestra cabeza son “nuestros” pensamientos. Observar nuestro diálogo mental como si estuviéramos escuchando un radio, nos permite encontrar un espacio de claridad mental y elegir qué pensamientos si nos funcionan y cuales nos conviene dejar ir.
Relaciones: Identificar las personas con las que nos sentimos genuinamente conectados y sentimos libertad de ser de forma auténtica. Reconocerlo y dedicarle tiempo a esas relaciones nos brinda una dosis de conexión que hace maravillas por nuestra salud mental.
Sobre todo, lo invito a que tenga curiosidad. Hay miles de recursos gratuitos que brindan prácticas y conocimiento de mucho valor. ¿Cuál le funciona?
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